jueves, 29 de noviembre de 2007

La Virgen sueña caminos

La Virgen sueña caminos, está a la espera. La Virgen sabe que el Niño está muy cerca. Hoy comienzan en pueblos y ciudades, en casas y corazones, los novenarios a la Virgen Inmaculada, la mujer vestida de sol, con la luna por pedestal y coronada de doce estrellas, que es la mujer fuerte del Evangelio y de la Historia. De Nazaret a Belén hay una senda, por ella van los que creen en las promesas. Aunque hasta el domingo no comencemos el tiempo de Adviento, ya parece que María se pone en camino por esa senda de invierno e incertidumbres que a todos nos toca recorrer, con puntos y seguidos, con ánimos encrespados, con uniones ficticias y discrepancias molestas. En estos días del año el pueblo espera que venga pronto el Mesías a nuestra tierra. ¡Pronto, pronto! Antes de que sea demasiado tarde. Antes de que se enfríe la estancia, que está quemándose mi último leño en el hogar, y se oscurezca sin remedio. En la ciudad de Belén llama a las puertas, pregunta en las posadas y no hay respuesta. Hay silencio administrativo, hay corazones de piedra, y entonces la Virgen sueña faroles que le alumbren sus desvelos, sueña cofradías y procesiones, y hasta exposiciones que la hagan flotar sobre los andamios o asfixiarse en un ascensor. La tarde ya lo sospecha, está alerta, el Sol le dice a la Luna que no se duerma. Porque la noche es la noche, es el campo de los sueños y el cielo abierto de los caminos, de los azules oscuros, de los blancos más blancos. A la ciudad de Belén vendrá una estrella, vendrá con todo el que quiera cruzar fronteras. Sin miedos, sin rutinas, sin deslumbramientos innecesarios ni cultos superfluos. Siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Se hizo pesebre y heno, para que a sus pies pusieran oro, incienso y mirra. Para que los tronos no se confundan. Los que soñáis y esperáis la Buena Nueva, abrid las puertas al Niño que está muy cerca. Nos lo trae la Inmaculada, la de los avemarías de diciembre, la de las salves populares, la del día de la Madre cuando no importaba si coincidía demasiado cerca de Navidad: claro, ¿cuándo mejor sino ahora para que, vestida de Sol, nos creamos que llega el Sol mismo? Nos lo trae la Virgen de los votos, de los dogmas que el pueblo entiende mejor porque la Madre es la Madre, de las túnicas blancas y las capas azules como su manto estrellado de sueños. El Señor cerca está, Él viene con la paz. El Señor cerca está, Él trae la verdad.
Tomás

domingo, 18 de noviembre de 2007

Punto y seguido

Este fin de semana quería escribir algo para el blog. Material tenía más que de sobra. Tengo a punto de rematar una entrada preciosa sobre la procesión del Lunes Santo con muy buena pinta. También tengo otra que hablaba sobre la capilla de la Vera Cruz como de nuestra casa, y otra más sobre las medallas que nos llenan de felicidad, y no hablo precisamente de la concedida hará casi un año. Si quisiera, podría aprovechar la actualidad y tirar de temas recurrentes: ultimos actos azules, junta de cofradías, presentación del cartel, nueva borriquilla, y si me apuro del Santo Entierro o hasta del Museo. Para otro día tenía previsto algo sobre el V Centenario (hace justo un año que estuvimos en La Alberca, ¿te acuerdas, Tomás?). También tengo una entrada que me escribió Jesús, el presi, con su particular visión “De pequeño…” pero nunca encuentro el momento exacto de colgarlo. Incluso pretendía continuar la serie narrando mis vivencias no ya de pequeño, si no de cuando entré a formar parte de la cofradía y mis primeras procesiones. Pero no ha tocado nada de eso. Seguiré siendo fiel a mis causas perdidas y volveré a dejar las cosas a medias…

Estaba haciendo la última corrección a una entrada que titulaba “Querida Lolita” y en la que a modo de epístola le contaba a nuestra Virgen como nos iban las cosas, como hemos cambiado en este tiempo y como nos vamos haciendo mayores. Y he descubierto que ya no tengo nada más que decir. Simplemente puedo cambiar las palabras o incluso alargar los silencios, pero lo que soy y lo que pienso ha quedado claro y no quiero repetirme más, por lo que aprovechando una frase de la actualidad, ha llegado el momento de poner un “cese temporal” a mis comentarios internautas. De repente me ha dado por envidiar a los cofrades de cuaresma que tanto criticamos y de los cuales anhelamos su participación todo el año, que cosas. No sé si esta nueva tarea será más fácil de alcanzar o si realmente estaré capacitado para conseguirla.

Ahora mismo lo más cercano que están mis pensamientos de los ordenadores y cofradías es adornando la entrada de algún templo de cualquier ciudad que quede a tiro de un camión blanco que un día tuvo el honor de llevar en su interior a nuestro Doctrinos. La más fácil de las excusas y la más creíble de las razones me impiden dedicar el tiempo que me gustaría a internet: los dichosos motivos laborales. Como nadie me preguntó nunca por que abría todas las noches estas ventanas y dejaba abiertas las puertas, ahora nadie se debe interesar por lo contrario. Tampoco creo que nadie llore ni descorche ninguna botella de champán. Y si he causado un efecto tal para poder llegar a esos extremos, no creo que haya sido digno ni de una cosa ni de otra.

Solo sé que nos queda un año por delante de la junta directiva de la que formo parte. Ya se están viendo los frutos de un trabajo diario y ya está bien marcado el rumbo. El camino es precioso. Unos arriman sus pasos junto a los nuestros, otros los inician e incluso los hay que vienen de vuelta, pero con absolutamente todos seguiremos cumpliendo la primera premisa que nos marcamos antaño: la sonrisa en la cara e intentar cumplir nuestro pacto de alegría, conscientes de que cada uno aportará su granito de arena y será siempre bienvenido, sin reproches. Pero hemos dejado un poco abandonada otra premisa: nuestras propias sonrisas. Será que nos estamos haciendo mayores. Si, mayores para ver desde otro punto de vista lo que siempre hemos tenido idealizado y nunca hemos visto posible alcanzar. ¿Esconder la cabeza como avestruces, huir como cobardes o aceptar la derrota? Ni hablar, nunca jugué a nada y como tal no concebí la victoria como fin, así que muchos menos la derrota.

Solo espero que la vida sea más o menos justa (no sé si aquí es sinónimo de correcta, espero que no) y todo salga bien, aunque tengamos que vivir siete vidas y nacer otras tantas para cumplirlo. Que nadie sienta que abandono la nave, simplemente pretendo justificar mis futuras ciber-ausencias y hacerme dueño de mis silencios. Además si queréis algo de mi, sabéis de sobra donde encontrarme.

Venga, vámonos.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Nacidos para el Cielo

La Iglesia de los peregrinos desde los primeros tiempos del cristianismo tuvo perfecto conocimiento de esta comunión de todo el Cuerpo Místico de Jesucristo, y así conservó con gran piedad el recuerdo de los difuntos, y ofreció sufragios por ellos, "porque santo y saludable es el pensamiento de orar por los difuntos para que queden libres de sus pecados" (del muy recomendable capítulo VII, el de la Escatología, en la también imprescindible Constitución Dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia - Concilio Vaticano II).


Porque no somos sólo los que estamos. Somos los que estamos y los que estuvieron. Y los que vengan, serán. Todos uno sólo, el Cuerpo, único y partido, eterno pan de vida eterna. Pan del Cielo para el que nacimos. Porque al morir nacemos. Aquí llevamos el Sepulcro vacío de los de allí sobre el hombro de los recuerdos; allí respiran el mismo aire del Resucitado, exhalando entre los de aquí su aliento de promesas cumplidas.

Somos tantos que tenemos que juntarnos para rezar los unos por los otros. No hay nada más sencillo y más hermoso. Mirar a lo alto y descubrir que son santos todos los entierros, que se puede cubrir una carroza de cruces y cada vez pesar menos, que los crespones y las banderas de luto no son protocolo sino presencia real, que los pétalos del Cristo y de la Virgen no son sobre las lápidas lágrimas sino esperanzas. Mirar a lo alto, y bajar la mirada después, para comprobar que la vida es más larga que la sombra del ciprés.

Este sábado podemos hacerlo juntos. Nos vemos a las 16:30 horas en la Vera Cruz, y desde allí caminaremos hasta el Cementerio, donde miraremos juntos a lo alto de nuestros corazones. Un abrazo de los tres.

Tomás