Este fin de semana quería escribir algo para el blog. Material tenía más que de sobra. Tengo a punto de rematar una entrada preciosa sobre la procesión del Lunes Santo con muy buena pinta. También tengo otra que hablaba sobre la capilla de la Vera Cruz como de nuestra casa, y otra más sobre las medallas que nos llenan de felicidad, y no hablo precisamente de la concedida hará casi un año. Si quisiera, podría aprovechar la actualidad y tirar de temas recurrentes: ultimos actos azules, junta de cofradías, presentación del cartel, nueva borriquilla, y si me apuro del Santo Entierro o hasta del Museo. Para otro día tenía previsto algo sobre el V Centenario (hace justo un año que estuvimos en La Alberca, ¿te acuerdas, Tomás?). También tengo una entrada que me escribió Jesús, el presi, con su particular visión “De pequeño…” pero nunca encuentro el momento exacto de colgarlo. Incluso pretendía continuar la serie narrando mis vivencias no ya de pequeño, si no de cuando entré a formar parte de la cofradía y mis primeras procesiones. Pero no ha tocado nada de eso. Seguiré siendo fiel a mis causas perdidas y volveré a dejar las cosas a medias…
Estaba haciendo la última corrección a una entrada que titulaba “Querida Lolita” y en la que a modo de epístola le contaba a nuestra Virgen como nos iban las cosas, como hemos cambiado en este tiempo y como nos vamos haciendo mayores. Y he descubierto que ya no tengo nada más que decir. Simplemente puedo cambiar las palabras o incluso alargar los silencios, pero lo que soy y lo que pienso ha quedado claro y no quiero repetirme más, por lo que aprovechando una frase de la actualidad, ha llegado el momento de poner un “cese temporal” a mis comentarios internautas. De repente me ha dado por envidiar a los cofrades de cuaresma que tanto criticamos y de los cuales anhelamos su participación todo el año, que cosas. No sé si esta nueva tarea será más fácil de alcanzar o si realmente estaré capacitado para conseguirla.
Ahora mismo lo más cercano que están mis pensamientos de los ordenadores y cofradías es adornando la entrada de algún templo de cualquier ciudad que quede a tiro de un camión blanco que un día tuvo el honor de llevar en su interior a nuestro Doctrinos. La más fácil de las excusas y la más creíble de las razones me impiden dedicar el tiempo que me gustaría a internet: los dichosos motivos laborales. Como nadie me preguntó nunca por que abría todas las noches estas ventanas y dejaba abiertas las puertas, ahora nadie se debe interesar por lo contrario. Tampoco creo que nadie llore ni descorche ninguna botella de champán. Y si he causado un efecto tal para poder llegar a esos extremos, no creo que haya sido digno ni de una cosa ni de otra.
Solo sé que nos queda un año por delante de la junta directiva de la que formo parte. Ya se están viendo los frutos de un trabajo diario y ya está bien marcado el rumbo. El camino es precioso. Unos arriman sus pasos junto a los nuestros, otros los inician e incluso los hay que vienen de vuelta, pero con absolutamente todos seguiremos cumpliendo la primera premisa que nos marcamos antaño: la sonrisa en la cara e intentar cumplir nuestro pacto de alegría, conscientes de que cada uno aportará su granito de arena y será siempre bienvenido, sin reproches. Pero hemos dejado un poco abandonada otra premisa: nuestras propias sonrisas. Será que nos estamos haciendo mayores. Si, mayores para ver desde otro punto de vista lo que siempre hemos tenido idealizado y nunca hemos visto posible alcanzar. ¿Esconder la cabeza como avestruces, huir como cobardes o aceptar la derrota? Ni hablar, nunca jugué a nada y como tal no concebí la victoria como fin, así que muchos menos la derrota.
Solo espero que la vida sea más o menos justa (no sé si aquí es sinónimo de correcta, espero que no) y todo salga bien, aunque tengamos que vivir siete vidas y nacer otras tantas para cumplirlo. Que nadie sienta que abandono la nave, simplemente pretendo justificar mis futuras ciber-ausencias y hacerme dueño de mis silencios. Además si queréis algo de mi, sabéis de sobra donde encontrarme.
Venga, vámonos.