
Porque no somos sólo los que estamos. Somos los que estamos y los que estuvieron. Y los que vengan, serán. Todos uno sólo, el Cuerpo, único y partido, eterno pan de vida eterna. Pan del Cielo para el que nacimos. Porque al morir nacemos. Aquí llevamos el Sepulcro vacío de los de allí sobre el hombro de los recuerdos; allí respiran el mismo aire del Resucitado, exhalando entre los de aquí su aliento de promesas cumplidas.
Somos tantos que tenemos que juntarnos para rezar los unos por los otros. No hay nada más sencillo y más hermoso. Mirar a lo alto y descubrir que son santos todos los entierros, que se puede cubrir una carroza de cruces y cada vez pesar menos, que los crespones y las banderas de luto no son protocolo sino presencia real, que los pétalos del Cristo y de la Virgen no son sobre las lápidas lágrimas sino esperanzas. Mirar a lo alto, y bajar la mirada después, para comprobar que la vida es más larga que la sombra del ciprés.
Este sábado podemos hacerlo juntos. Nos vemos a las 16:30 horas en la Vera Cruz, y desde allí caminaremos hasta el Cementerio, donde miraremos juntos a lo alto de nuestros corazones. Un abrazo de los tres.
Tomás
3 comentarios:
Miraremos a lo alto de los cipreses, al cielo de noviembre en fría calma, a esta luz que nos deja adivinar el invierno, al silencio de los camposantos. Y sólo con pensarlos, sólo con hacerlos memoria y presencia, los resucitaremos.
Un abrazo.
Rezaremos juntos y miraremos alto.
Por todo y por todos.
Un saludo,
Luis Santos
Así ha sido. Gracias por los momentos compartidos. Y por la oración en la distancia.
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