martes, 25 de diciembre de 2007

Hoy también nos ha nacido

Sí, nos ha nacido. Como siempre. Como esperábamos. El Amigo que nunca falla, como reza mi llavero de abrir puertas azules.

Y por esto Ana lo tiene bien guardadito en su habitación, mimándole en las primeras horas de luz, acurrucándole en los sueños que la fábrica quiere poner a sus pies desnudos esta noche. Porque le hemos hecho cuna a nuestra manera, como Dios nos da a entender. Al final de un sendero de adoquines de colores, más allá de un río donde se dibujan catedrales buscadas y encontradas, allí donde el Amor (simplemente, como sea) no da lugar a la duda. Allí. Sólo Amor, caminante. Allí es. Anótalo en tu cuaderno de bitácora. En el portal, en la palma de la mano de Ana, donde duerme, donde nos anuda con palabras que aún no pronuncia, donde nos mira con ojos cerrados en su primera madrugada (cada madrugada, una oración), donde se aferra al pecho de María como el reflexivo papón a su banzo y su gente.

Allí, esta noche. Cuando hay más respuestas a las preguntas y más belleza en las flores, cuando se mecen las brisas por los caminos, cuando "el cielo y la tierra se han unido en Dios que ha nacido en un portal" y ya somos un todo Salamora, Cái y Belén de Judá, cuando el que nos falta de los tres ya siento que nos renace para el "Todos por igual", o eso por lo menos le acabo de pedir al Niño Jesús, que sueña para que sigamos soñándole y haciendo de cada noche una Nochebuena en la que poder nacer y soñar a gusto.

Tomás

viernes, 21 de diciembre de 2007

Siempre nos nace

Me gustaba, cuando era niña, quitarlo del Misterio que está puesto en mi casa de forma permanente y custodiarlo en mi habitación el día de Nochebuena. Después, a las doce de la noche, mientras toda la familia brindaba, yo salía despacito y bajaba a colocarlo en su cunita, como si en verdad acabase de llegar al mundo.

Ya está en camino. Ya nos llega el Dios Niño, que aguarda en el vientre de su Madre la medianoche del lunes para llenar de luz cada hogar donde le preparemos cuna. Para sonreirnos hasta el último día. Para abrazarnos incluso desde la Cruz.


Vendrá en medio de la noche a iluminar este invierno que parece que no termina. A calentarnos el alma en estas noches tan tristes, tan sin estrellas. A taparnos con la sábana de su ternura cuando el dolor nos preste el colchón. A arroparnos en mitad de los sueños cuando la soledad nos vaya cicatrizando la piel donde no caben más causas perdidas.


Y esta Nochebuena lo llevaré de nuevo a mi habitación sin que nadie se entere, sin que nadie lo eche en falta en el Misterio. Y cuando regrese de la reunión familiar, ya de madrugada, bajaré a ponerlo en su pesebrito como si acabase de nacer. Como si quedase algo en mí de aquella niña que año tras año se lo devolvía a su Madre mientras las campanas de San Ildefonso convocaban a la Misa del Gallo y el teléfono se colapsaba con las llamadas de los amigos.


Y cuando lo vea tan pequeñito durmiendo en la palma de mi mano, sabré que sí tengo algo que celebrar. Porque siempre nos nace. Y nos sonríe.


(Una, con sus dos iguales)

martes, 18 de diciembre de 2007

Vita, dulcedo, et spes nostra Salve!

La Esperanza es la hermana pequeña, la que vive en uno sin exigir razones a la Fe, sin demandar obras al Amor. Es el ancla de los adentros, de los océanos más procelosos que son las batallas interiores: las dudas, los miedos, los vértigos. La Esperanza es la Virgen del Fiat: "Hágase en mí según tu palabra". Santa María del Adviento, de la corona de luces tímidas y pobres, que aún no se atreven a hacer fiesta. Santa María de la Expectación, de la Vida en el seno materno, de la Vida sedienta de Luz que no puede quedar ciega. Santa María de la O, de la Dulzura en los himnos de gratitud que entona el corazón asombrado ante el Misterio. Santa María: Vida, Dulzura y Esperanza nuestra.

Tomás, con otros dos que esperan


Foto: Virgen de la Esperanza de Peñaranda de Bracamonte, obra de Francisco González Macías (anteriormente fue procesionada en Salamanca por la Hermandad Dominicana).