miércoles, 30 de mayo de 2007

La Sonrisa de Dios

Queridos dos:
Me toca a mi retomar este blog a tres, este orgullo de ser el fiel de una equilibrada balanza, de saberme resguardada por la fe y las flores, por la prosa, la poesía y la ternura; por este sentimiento que nos une.

Cuando me invitaron a ser la una de esta trinidad no me lo pensé: me apetecía, me encantaba, me sentía en casa. Después me arrepentí y me sentí una intrusa. Y después enseguida me reafirmé: quería estar aquí, quería ser una pasión más entre estas pasiones. Qué más da que sea aquí o allá, que sea en Zamora o en Salamanca, si el corazón es viajero, si en sus mapas no existen fronteras, si no podemos levantar muros en todo aquello que venga en nombre de Dios.

Somos los hombres los que lo mangoneamos y lo ensuciamos, somos nosotros los que no respetamos el valor sagrado que encierra todo lo que compartimos: la oración de puertas adentro, el rezo bajo el caperuz, el sudor abrazando la madera, la emoción de la procesión cumplida o el valor del gesto, de algo tan pequeño, tan sencillo, como depositar un beso a los pies de un Cristo que duerme. Y nosotros, esta familia de tres con todas sus ramificaciones, somos otra cosa.

Al uno, al que transita la vida con su bata blanca como una bandera de la esperanza, le debo la serenidad de su fe inquebrantable, el valor de sus silencios y de sus palabras. La cordura sin fisuras de su bien amueblada cabeza. El nombre de los días, el valor de una noche inolvidable en la que un hombre susurraba a las petunias y nosotros le sosteníamos haciendo hermandad bajo las estrellas. Por eso le pedí que rubricase mi ingreso en la Vera Cruz, que me dejase ser una entre los suyos. Y aquí me quiero quedar. Por su honestidad, por su limpieza, por su testimonio.

Al otro, al que fabrica flores, le debo mil pensamientos y las noches mágicas en que el corazón alza el vuelo. La sonrisa de cada día, la que me pone en pie en estos días de carencias de hierro, pero ricos en alegría, que es nuestro mayor tesoro. La certeza de que existe un Dios que nos abraza desde la Cruz, que compartimos con todos y que sentimos nuestro.
Por eso también quise que fuese mi aval en este cheque de ilusión a fondo perdido. Por eso quise traspasar de su mano las puertas de la que ya es mi hermandad. Y sé que quiero soñar mil procesiones un pasito por detrás de él para aprenderme sus caminos o quedarme simplemente a su lado y descubrirlos sin decirle nada.

Son mis dos compañeros de viaje; son mi suma; son mi espejo. Y me encanta que sean ellos quienes me lleven de la mano por los latidos de las viejas piedras, por la historia de cinco siglos, por la amistad, por el amor. Cada uno a su aire, pero todos a una. Y me encanta que sean ellos quienes me ayuden a descifrar los escritos en la piel que atesoráis a orillas del Tormes, y que tengamos correspondencia de ida y vuelta. Calle arriba y calle abajo. En el número dos de la calle de Abajo siempre. Duero subiendo y Duero bajando. Nuestros dos ríos, que son el mismo agua.

A los demás, os dejo aquí abiertas las puertas. Las del corazón y las de todo lo que tenga que venir. De eso se trata. De construir, de conocernos, de completarnos, de enriquecernos, de compartir y de seguir avanzando. De hacer santos de verdad los días, de bendecir las noches, de alimentarnos de compañía y lograr que sea cierta la sonrisa de nuestro Dios Dormido, que seguirá iluminando al mundo cuando nosotros ya no seamos nada.

La una (a secas).

jueves, 24 de mayo de 2007

...y del Espíritu Santo

Tres eran tres. Tres fueron en un principio, ahora y siempre. Tres como quienes nos hemos aunado, todos a una, y todos por igual nos hemos echado al ruedo de un triángulo de palabras salidas del corazón. Declaradas las intenciones, me atrevo a romper el hielo de la tensa espera. Echo a pelear el frío de la incertidumbre con un fuego abrasador en forma de paloma, en forma de Cristo gótico llegando por caminos largos y abiertos hasta su iglesita. Caminos de huerta y de arrabal hoy asfaltados, serpenteantes en la noche del Viernes de Dolores zamorano, como antesala del Pentecostés prefigurado en el Hijo sufriente.

Atrás dejaba oraciones salmantinas con la Madre mirando al Padre, plegarias hechas vida con la lluvia, y me encaminaba en la búsqueda de la procesión de los farolillos, de las capuchas y los amigos. Yo que soy de verlas una vez e irme para casa, aquella noche seguí al Cristo hasta su pequeño templo donde tiempo atrás fue descubierto sin un brazo, y sin la cruz. Sería el brazo perdido en el abrazo que a todos nos ganó para Él. Sería la cruz puesta sobre todos nuestros hombros, para que fuese ligera la carga y llevadero el camino. Es el Cristo del soplo y de la fuerza, del misterio y de la exhalación. El Cristo del aliento último eternizado en aliento primero. Un Cristo para ser seguido y anunciado hasta los últimos confines de la Tierra, yendo de dos en dos, o de tres en tres si se tercia.

Tomás

domingo, 20 de mayo de 2007

Declaración de intenciones y presentaciones

Queridos dos:

Hará poco más de un mes los responsables de la Asociación Juvenil y Cultural Salamanca Cofrade se ponían en contacto con nosotros, uno a uno, para invitarnos a construir este blog, “un foco de unión de cofrades y amigos en el que el diálogo y la discusión sirva para crecer juntos”, dicen. Un lugar donde demostrar que aquí, y en este mundo de hermandades y cofradías cabemos con la misma voz y voto, integrando a todos, sin estar nadie encima ni debajo de nadie.

Evidentemente acepté sin pensarlo, simplemente en cuanto supe quienes serían mis compañeros de viaje. Además resulta que los vecinos son también un turista, un sanedrín y un músico que merecen otra carta posterior donde sean ellos los protagonistas y no vosotros dos como en la de hoy. El solo hecho de compartir con vosotros algo es un placer, y el que me incluyeran en esta terna, un honor y una responsabilidad. Curioso, después pensé en cómo iba yo a escribir de tú a tú con estos dos “monstruos que escriben como los ángeles” en un lugar donde integrar a todos y al que escribe, dubitativo de su propia integración.

Vista la idea fundamental de este blog y con mis dudas aparte, solo quedaba que le diésemos forma. Tipo conversación, pensé yo, y así podemos invitar a nuestros amigos. Dar a conocer esas conversaciones que tenemos para que la gente conozca como sois y lo privilegiado que soy yo por colocarme junto a vosotros en otra dimensión. Alguno dijo que en el caso de no poder escribir palabra a palabra, párrafo a párrafo, verso a verso como es nuestra intención (y como ya hemos conseguido en nuestro primer acercamiento, “Todos a una”) podríamos escribirnos unas cartas para contarnos nuestras cosas. Rompo la promesa que os hice de consensuar cada palabra y acepto la forma de epístola para daros a conocer y presentaros.

A el “uno” no sé cuánto hace que lo conozco, tal vez ya coincidimos en nuestra capilla en otra vida pasada. Sé que la primera vez que me fijé en él fue en una de esas asambleas anodinas y sin sustancia (gracias a Dios que lejanas quedan ya!!) en la que un jovencito esperaba educadamente el turno de ruegos y preguntas para sugerir un par de cosas y dejaba por el suelo las voces y discusiones que le precedieron. Después la casualidad nos situó en la anterior junta de gobierno, tal vez demasiado inmaduros pero quizá con una inmadurez necesaria para disfrutar de la forma en que lo hacemos en la actual. Más tarde me enseñó y me enseña a diario que una cofradía no es solo una procesión, que lo importante es vivir y disfrutar cada culto fraternalmente entre todos y eso no se lo podré pagar con todo el oro del mundo. Como tampoco aceptaría ningún pago, me pongo a su lado y le ayudo en lo que sea. Supongo que si soy azul es por gente como él y que mientras quiera seguir tirando del carro, este buey le ayudará. No lo supongo, lo sé.

A la “una” la conozco hace poco aunque también me parece que la conozco de toda la vida (a ésta sí que le pega “la una”, de única). No la conocí ni por su nombre ni por sus apellidos, la conocí a secas. Bendito messenger y bendita Almatosa, le debemos una peregrinación. Tal vez también coincidamos en nuestra capilla en esta o en otra vida. Tampoco lo supongo, también lo sé. Viendo mi incultura con la ciudad vecina le pedí una vez que me enseñase su Semana Santa y me la escribió en la piel. Yo sólo le enseñé al Doctrinos y ahora se lo quiere quedar. Otra que anda sobrada de fe y nos la manda a todos con sus palabras. Decía que se siente una intrusa en un blog charro. Qué tonta; menos mal que no se siente intrusa en nuestros corazones. Sin darse cuenta ha pasado de dejarse pintar al alma de azul a coger la brocha y pintarnos a nosotros. Y os aseguro que no es lo mismo que pinte un pintor de brocha gorda a que lo haga un artista.

“La fortaleza de una cadena se mide por la resistencia de su eslabón más débil” escuché hace poco. Este soy yo, el dubitativo, el tercero en discordia. Dicen estos dos que tengo poesía pero que sólo se la susurro a las flores que fabrico. Mientras uno me cuide el cuerpo con su bata blanca y la otra me cuide el alma con sus escritos no me sentiré ya un eslabón débil. ¿Cuál es mi misión aquí? Supongo que ponerle un espejo a estos dos y que nos hagan disfrutar con lo que escriben sobre Semana Santa y de todo en general. La cosa es compartir algo con vosotros… y con todos. Pasad hasta la cocina. Fácil es mi cometido, no me quejo.

Yo me pasaré a buscar a nuestra gente para que nos ayude a escribir aquí. Una de las primeras paradas os la imagináis. Seguro que allí me encuentro a nuestro presi, no tengo duda de dónde tengo que ir a buscarlo. Allí estará con más gente que “si no existiese, la tendríamos que inventar”… pues como a él. Fijo que allí me encuentro con “su delfín”, diciendo lo que aprende de nosotros a diario mientras nos considera ya de su familia, “sus titos”. Otro tonto que tampoco se da cuenta de que pinta con brocha fina. También me traeré al músico, el alfa y omega de esta historia… y a los “hermanos fotos”, que tengo varios, y seguiremos ruta por Tejares, por Vega de Tirados, por las luces de farol zamoranas, por los papones y los costaleros… y por donde me quieran llevar estos dos. Que elijan ruta ellos y yo me comprometo a poner la gasolina. Bonita misión.

Quedáis presentados, el “uno” y la “una”. Solo me queda firmar:
El que suma tres.

jueves, 17 de mayo de 2007

Todos a Una

Ocurre a veces que el Corazón y la amistad nos llevan a darnos cuenta de que entre cofrades, entre hermanos, es mucho más lo que nos une que lo que nos desune. A los de aquí y a los de allá, a los del norte y a los del sur, a los que visten su alma de morado o a los que lo hacen del azul cielo cinco veces centenario.

Ocurre que las almas entienden de colores para pintar los sueños, para mezclarlos en la paleta de las ilusiones y dejarlos caer en desordenada armonía sobre un lienzo en el que cabemos todos. Todos por igual, y todos diferentes. Todos en el mismo barco y cada uno con su red, con su alma y con su color.
Ocurre que a veces sin esperarlo, sin pedirlo, sin imaginarlo, nos encontramos con personas a quienes les abres tu casa y entran en ella con toda la ilusión y con todo el respeto, con las ganas de compartir, de entregarse a fondo perdido sin pedir nada. Y entonces sus imágenes pasan a ser las tuyas, y los Cristos y las Vírgenes pasan a hacerse de carne y no de madera, y se produce el milagro cotidiano, el que no necesita de procesiones ni parafernalias: la fe nuestra de todos los días, el trabajo, la pasión que hacemos todo el año. Y eso es lo que queremos compartir en este espacio de tres, en este espacio de todos.
Siempre ocurren cosas: buenas o malas, lejanas o cercanas, feas o bonitas, rutinarias o extraordinarias, sagradas o profanas. Nos movemos. Cambiamos. Evolucionamos. Nos reinventamos mil veces para volver al mismo punto de partida. Si la excusa es un teclado y una vía atípica de comunicación entre cofrades y sentimientos, da igual. Cada vez más juntos, como si fuésemos una misma cosa. Nos gusta el título: TODOS A UNA. Añadimos un subtitulo: COMO UNO SOLO


Los Tres.